Cualquier empresa u organismo es susceptible de mejorar en su fiabilidad y eficiencia a través de una optimización en sus procesos y la implantación de sistemas de calidad. De hecho, la crisis global desde 2008 ha propiciado que dicha optimización se haya convertido en numerosas ocasiones en el factor que determina la supervivencia de una empresa. Una menor optimización acarrea una menor eficiencia y organizaciones con una decreciente eficiencia durante períodos prolongados verán irremediablemente amenazada su continuidad.